Un artículo del diario El País lo califica de «paradoja perversa», en tanto que un artículo del diario El Mundo señala la obsolescencia de las guías de práctica clínica que recomienda la autoridad de salud. Reproducimos parte de ambos artículos.
El país
Hace poco tiempo, muchos enfermos que evolucionaban a hepatopatía crónica avanzada o cirrosis hepática eran diagnosticados de hepatitis no A no B. Que esa enfermedad estaba producida por un agente transmisible, probablemente un virus, era sugerido por hechos epidemiológicos, entre otros, el tener el antecedente de haber recibido previamente transfusiones sanguíneas. El virus de la hepatitis C fue descubierto en 1989 y desde entonces la evolución del conocimiento sobre esa enfermedad ha sido vertiginosa. Entre otros hechos destacaríamos: se descubrieron marcadores serológicos fiables para su diagnóstico, se determinó con exactitud la epidemiología y la historia natural, se cuantificó la prevalencia y se establecieron los cofactores que influían en el pronóstico. También se describieron los distintos genotipos y se secuenció en su totalidad el genoma del virus.
La evolución del tratamiento para la hepatitis C también ha sido muy rápida y enormemente gratificante para un profesional ser testigo de ello. En 1991 se inició el tratamiento con interferón. Posteriormente se añadió ribavirina, quedando establecida la duración del tratamiento en 48 semanas. A principios de este siglo aparecieron las formas pegiladas de interferón y en 2011 los primeros inhibidores de la proteasa viral. Todo ello hizo que la eficacia del tratamiento mejorara notablemente pasando el índice de curaciones de 3 % a un 70 % con la asociación de los últimos fármacos señalados, aunque esta forma de terapia induce efectos secundarios graves con mucha frecuencia.
Recientemente la identificación de las dianas moleculares accesibles a la quimioterapia antiviral, ha permitido el descubrimiento de múltiples fármacos con mayor actividad. En el momento actual se han comunicado varias pautas de tratamiento libres de interferón, que consiguen curar a mas del 95 % de los enfermos, sin efectos secundarios de importancia. Estos resultados son de extraordinaria relevancia, si tenemos en cuenta lo frecuente de esta infección (unas 170 millones de personas infectadas a nivel mundial, unas 800.000 en España). El planteamiento de poder curar a la práctica totalidad de los enfermos tratados de forma sencilla y, al acabar con su reservorio natural, erradicar definitivamente esta enfermedad, sitúa este hecho como uno de los logros mas importantes de la quimioterapia antimicrobiana en toda su historia. Leer artículo completo.
El Mundo
Ni la aprobación de los fármacos, ni el acuerdo de Sanidad con las farmacéuticas, ni la elaboración de una guía terapéutica han puesto fin a las quejas de pacientes y médicos ante los nuevos antivirales. La Plataforma de Afectados por Hepatitis C denuncia desigualdades entre las comunidades autónomas a la hora de recibir una combinación de fármacos nuevos (simeprevir y sofosbuvir) cuya tasa de curación supera el 90%. A su vez, los médicos califican como «chapuza» y «obsoleto» un documento (Informe de Posicionamiento Terapéutico -IPT-) que ha publicado esta semana el Ministerio de Sanidad sobre los casos en los que se puede aplicar esta doble terapia. Detrás de esta polémica, el elevado precio de los nuevos medicamentos. Tres meses de tratamiento con simeprevir y sofosbuvir suponen unos 50.000 euros por persona.
Hasta ahora, la terapia consistía en una mezcla de inyecciones y pastillas a base de interferón, ribavirina (un antiviral) y un inhibidor de la proteasa, cuya eficacia rondaba apenas el 50% de los casos. Con el nuevo tratamiento basado en la combinación simeprevir y sofosbuvir (ambos se han aprobado este año), la tasa de curación incrementa notablemente, hasta el 90%. Sin embargo, el IPT de Sanidad sólo contempla el uso de estos dos antivirales de acción directa para los casos más graves: los pacientes que están en lista de espera para un trasplante de hígado, aquéllos que ya están trasplantados y los que tienen cirrosis avanzada. Una recomendación «restrictiva» que además tampoco queda muy clara en el informe de Sanidad, según apuntan los especialistas.
Siendo un tratamiento tan eficaz, ¿por qué no pueden beneficiarse los 900.000 pacientes que se estima que hay en España? Leer artículo completo.