Argentina es pionera en abandonar la prohibición de donar sangre a hombres que tienen sexo con hombres

Aunque faltan donantes voluntarios de sangre, el sistema expulsa muchos de ellos por causas que poco tienen de científico y mucho de discriminación. En la pandemia bajó hasta un 80% la cantidad de donantes voluntarios y habituales. En Argentina, la ley permite que cualquier persona sana entre 16 y 65 años sea elegible para donar. Sin embargo, muchos donantes son rechazados —sin asidero científico— por su orientación sexual. ¿Qué se hace para revertir esto?

Las respuestas las busqué en esta nota que investigué para RED/ACCIÓN , de la que dejo algunos highlights.

Pacientes hemofílicos, personas que llegan a las guardias con accidentes graves, otras quienes tienen programadas una cirugía mayor en la que probablemente pierdan mucha sangre, pacientes que padecen leucemia y requieren transplantes de médula ósea, y muchos más. Para todos nosotros, para el momento en que podamos necesitar una transfusión, existe en la Argentina una Red Nacional de Sangre coordinada por el Ministerio de Salud en la que están registrados 426 bancos de sangre públicos y privados de todas las provincias. Ellos se encargan de recibir, testear, almacenar y distribuir la sangre a las instituciones médicas. Pero no siempre dan abasto. Muchas veces las barreras están en la falta de educación. O en los prejuicios contra ciertos grupos de personas, como los hombres homosexuales y bisexuales.

Qué falta para llegar a juntar toda la sangre que se necesita 

Al bajo porcentaje de donantes voluntarios se suman ciertas barreras, algunas más visibles que otras, dentro del sistema de salud. Médicos, promotores de asociaciones civiles o del ministerio de salud apuntan a que las principales son la falta de educación ciudadana sobre la importancia de la proactividad en los donantes.

Esto es algo que sería relativamente sencillo de revertir generando más y mejores campañas, aumentando las colectas o desterrando mitos que a veces hacen que las personas duden si es bueno o malo para ellas el presentarse regularmente y por propia voluntad. Por ejemplo, las falsas ideas de que donar sangre es peligroso para la salud, doloroso, que puede causar anemia, debilidad, impotencia sexual, engordar o causar enfermedades. También que tener tatuajes, piercings, diabetes, hipotensión o antecedentes de hepatitis A excluye completamente la posibilidad de donar.

Existen, sin embargo, otras barreras, menos visibles, de las que se habla poco o no se consideran, porque están dentro del propio sistema de salud. Una de ellas, no la única pero sí quizá una muy fácil de levantar, es la que, por acción u omisión, desalienta la donación de sangre de varones que tienen sexo con hombres.

Hasta hace poco tiempo la medicina basaba muchas de sus decisiones en el concepto de “grupos de riesgo”, pero los avances en los estudios epidemiológicos actuales ya desterraron esta noción. Hasta hace tres años, en la Argentina el discurso médico se basaba en estadísticas que señalan a la comunidad homosexual como un grupo de prevalencia de infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH. Pero el modo actual de observar la realidad es otro, mucho más preciso y ajustado a la situación de cada persona. Ya no por su ser, sino por su hacer: no importa lo que cada persona es, sino qué prácticas asume. El riesgo no es la persona, sino la conducta. Y, más específicamente, la situación.  Desde el 2019 los estudios epidemiológicos que elabora el Ministerio de Salud de la Nación ya no segmentan prevalencia según orientación sexual, ni hablan de grupos de riesgo sino que estudian a toda la población y los datos apuntan a mostrar el panorama completo en toda la sociedad. El dato relevante es que el 83% de las personas que conviven con VIH Sida conocen su diagnóstico y ellas mismas saben que no son elegibles para donar. En el 17% restante, los estudios rigurosos de sangre deberían detectar rápidamente la afección y descartarla antes de que llegue a los pacientes.

No hay grupos de riesgo, hay conductas de riesgo aumentado

Si te gustó la nota puedes continuar leyendo acá: Por qué, aunque faltan donantes voluntarios de sangre, el sistema expulsa muchos de ellos

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